Era un árbol de naranjas. Normales, hasta un día que comenzaron a crecer de un inusual modo. Casi sin control.
Cientos de naranjas, treinta y cinco globos y un árbol. Árbol que desafió la naturaleza. Y que cambió sus frutos por ilusiones, para que todos los pequeños (y los grandes que jugaron a serlo) tengan a la vez, el mismo sueño. Pero bien despiertos, para disfrutarlo mejor...
Alejandro Costas- artista plástico argentino
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